miércoles, 15 de diciembre de 2010

Año nuevo, imagen nueva

Ahora que se acercan 'peligrosamente' las fechas navideñas, llega el temido momento de elegir regalos para nuestros seres queridos (y también para la familia). Tarea complicada en la que, año tras año, es más difícil acertar.

El otro día, sin embargo, paseando por una tienda gourmet cercana a nuestra redacción, me vi gratamente sorprendido por la nueva colección de Trapa. Una firma clásica que acaba de estrenar imagen. Empezando por su logo, más simple, sencillo y sofisticado que el anterior. Y siguiendo por lo verdaderamente importante, su continente y su contenido. El primero, llama la atención por su remozado look elegante. El segundo, por su aroma, variedad y originalidad.

De entre su amplísima gama, destacan los Trapa Originales, que mezclan la tradición chocolatera centenaria de la marca con las mejores avellanas de nuestro país. O Trapa Noir, para los verdaderos amantes del cacao, con más de un 70% de pureza. Y para los más atrevidos, los cortados de frambuesa, pistacho o barquillo.

Bombonísimos, Pralinés y Selecto, completan una oferta pensada para quienes saben valorar los pequeños detalles. En definitiva, un cambio de imagen y una evolución muy acertada de la que ya hemos dado buena cuenta varias veces en redacción (por Román Herreros).

jueves, 28 de octubre de 2010

Madrid, capital de Escocia

Una de las muchas ventajas de tener la redacción en pleno centro de Madrid es la gran variedad de bares y restaurantes que (peligrosamente) nos rodean. Entre ellos, uno de nuestros favoritos, el Bristol Bar (C/ Almirante, 20. Madrid). Como buenos amantes del gin-tonic –tienen una selección de más de sesenta tipos de ginebra– más de un duro cierre ha culminado con una celebración en su barra. Tampoco es raro vernos de lunes a viernes disfrutando de su menú del día con marcado acento británico.

Ahora, para seguir ofreciéndonos todo lo bueno de las Islas con su inconfundible sello de sofisticación, nos traen lo mejor de la gastronomía escocesa, una auténtica desconocida para gran parte del público español. Y es que Escocia es un territorio con productos de una calidad sorprendente. Las carnes de Aberdeen y las Highlands, el pescado y el marisco de la ría Fyne, los quesos de Ayrshire, las fresas, moras y frambuesas del valle del Clyde… Por no hablar de sus sidras, cervezas, ginebras y, por supuesto, sus whiskies de malta, los mejores del mundo.

Pues bien, esta noche tienes la oportunidad de disfrutar de toda esa riqueza y variedad. Porque Fran y Ellie, propietarios del local, elaboran cada mes una cena-cata bajo el título Pasaporte Bristol. Y en esta ocasión, como es obvio, se han decantado por la cocina escocesa. Una oportunidad única para degustar sabores diferentes –y adictivos– sin salir de nuestras fronteras. Si quieres consultar el menú de la velada, pincha aquí. Ya nos contarás qué te parece el Haggis... (por José María Álvarez).


lunes, 25 de octubre de 2010

Arínzano, orgullo de Chivite


El otro día estaba repasando el último número de octubre de la revista Restauradores, que incluye el especial 'Mejores vinos españoles 2010', y me encontré con alguna grata sorpresa. Por ejemplo, que en dos de las categorías, Blancos y Rosados, Chivite se llevara las notas más altas (con un 98 sobre 100 por su imprescindible Blanco Colección 125 Chardonnay de 2007, así como un 92 sobre 100 al Rosado de 2006 de la misma Colección). Mención de honor merece también el Moscatel Vendimia Tardía 2007 (nuevamente de la Colección 125), que se lleva un destacado 94,5 sobre 100 en la categoría de 'Mejores vinos generosos y dulces'.

Este pequeño repaso me ha hecho pensar en que la familia Chivite –respetando siempre la tradición desde el corazón de Navarra– está recogiendo los frutos de un trabajo y una gestión ejemplar. Once generaciones son ya las que han sabido adaptarse a los tiempos y alimentar la grandeza de su nombre. Ejemplo de este afán de progreso fue, en 1988, la adquisición de la finca Señorío de Arínzano. Con Fernando Chivite a la cabeza, las bodegas Arínzano han experimentado en los últimos años una evolución espectacular, desarrollando las técnicas más avanzadas de producción y explotando cada cultivo de sus extensos terrenos como nunca antes se había hecho.

¿El resultado? Unos vinos con la calificación de 'Vino de Pago', máxima categoría que puede obtener un vino en España (superior a la de Denominación de Origen) y unas bodegas que han sido rediseñadas por el arquitecto Rafael Moneo para dotarlas de unas condiciones óptimas y un aspecto espectacular. El objetivo es que tanto las barricas como el visitante que hasta allí se acerque sientan profundamente los beneficios de un entorno privilegiado. Y desde luego, lo consiguen (por José María Álvarez).


viernes, 22 de octubre de 2010

Gordon Ramsay, el cocinero que parece salido de 'Trainspotting'


Como os comentaba el otro día hablando sobre Hideki Matsuhisa, ya tenemos en las calles el número de noviembre de Esquire. En él llevamos un En esto creo con otro crack de los fogones, el archiconocido chef británico Gordon Ramsay, de quien edita estos días Grijalbo un nuevo libro: El mundo en mi cocina. De las perlas que le contó a nuestra compañera Ana Valls esta estrella mediática con malas pulgas –la foto es de Tom Wagner– os destaco unas pocas (el resto, igual o mejores, en la revista):
  • Mi madre era buena cocinera. A su estilo. Tenía una vieja sartén llena de aceite que reutilizaba cada día. En casa no había dinero, así que la idea de tener para cenar primero, segundo y postre nos sonaba a chino.
  • Mi padre nunca probó uno de mis platos. Decía que cocinar era de maricas. Falleció un día de Año Nuevo. Mi hermano Ronnie, que estaba enganchado a la heroína, no quería ir al funeral. Necesitaba una dosis. Así que tuve que darle dinero para que se tranquilizara y pudiese venir al entierro. He tratado de ayudar a mi hermano toda la vida, pero los drogadictos son las personas más egoístas que existen. Siempre tratan de manipularte.
  • Mucha gente que sólo me ha visto en televisión piensa que soy un gilipollas. Pero eso es porque nunca han trabajado conmigo. La cocina de un restaurante es diferente a cualquier otro sitio. Los que han trabajado para mí –y han sobrevivido a ello [risas]–, me adoran. Yo doy honestidad brutal y eso es lo importante. Además, cuando eres jefe de cocina en un restaurante de categoría tienes que hacer entender a la gente quién manda y qué órdenes deben seguir [pon Gordon Ramsay en YouTube y contempla los vídeos de sus cabreos. Son increíbles].

miércoles, 20 de octubre de 2010

Hideki Matsuhisa, el maestro de Koy Shunka

Aunque ya está a punto de salir el número de noviembre de Esquire, no quiero que acabe el mes sin llamar la atención sobre el reportaje que le dedicamos en el de octubre a Hideki Matsuhisa, fundador y alma de ese templo de la cocina japonesa llamado Koy Shunka. Ilustrado con preciosas fotos de Mariano Herrera, Hideki nos cuenta muchas cosas sobre su infancia y cómo ha llegado a convertirse en el sushiman más respetado de España en este momento.

De toda la entrevista os dejo una perla, su visión del sushi perfecto (más de uno quedará sorprendido): “Para mí no es un plato frío sino tibio o incluso caliente”, cuenta Hideki. “El arroz debe estar a 40º y el pescado a 10º. El sushiman hace la bola de arroz con un poco de wasabi, pone la soja con un pincel y es entonces cuando realiza un corte preciso del pescado para ponerlo encima rápidamente y dárselo en la mano al cliente para que lo deguste. Al menos, así debería ser”. Palabra de maestro.

KOY SHUNKA (C/ Copons 7, Barcelona)
Teléfono: 91 412 79 39
Precio medio: Menús degustación: 55 y 65 euros. A la carta, entre 45 y 60 euros (sin bebidas).

viernes, 15 de octubre de 2010

En Lavinia con Château Palmer

Ayer acudimos a Lavinia para disfrutar de una cata vertical de Château Palmer, la mítica casa bodeguera de Margaux, además de pasar un buen rato con su amable Director Técnico, Bernard Laage (foto), con quien mantuvimos una entretenida conversación de la que ya os contaremos más en Esquire.

La cata tuvo como protagonistas las añadas 2006, 1998 y 1995 de Château Palmer, así como la 2006 de su "otro" vino Alter Ego y la edición especial Historical XIXth Century Wine L.20.07 (una rareza a la que le añaden Syrah y por tanto queda excluida de la O.C.). Sin discutir el gran nivel de la bodega, algunos de los invitados echamos de menos poder disfrutar de añadas más recordadas; otros, sin embargo, disfrutaron enormemente. Intentando reunir todas las opiniones, el Alter Ego 2006 es el vino más accesible de la bodega (60 euros), resulta bastante más afrutado que sus "hermanos" y ya se puede disfrutar casi en su plenitud. Por su parte, el más joven de los tres Millesimé –vinos complejos, que se mueven entre 215 y 299 euros– no puede aún juzgarse por su juventud mientras que fue el del 98 el que pareció más redondo de todos. El Century Wine... Pues eso, una extravagancia divertida pero a qué precio (240 euros).

Acompañando a los vinos pudimos disfrutar de un menú preparado por el chef titular de Lavinia, Ange García. Algo contundente para mí gusto y penalizado por largas esperas entre plato y plato para presentar cada vino, pero a buen nivel general en sus especialidades (sabroso foie escabechado, tartaleta de boletus magnífica de sabor pero algo blanda en su textura, perdiz roja con cebollitas de manual...). A destacar por encima de todo los postres: queso Vacherin Mont D'or traído de Lyon y unas milhojas brutales en sabor y tamaño. Hay que volver para disfrutar más reposadamente de su cocina.

lunes, 11 de octubre de 2010

El difícil arte de la fotografía gastronómica

Los amantes de la gastronomía y la fotografía saben lo complicado que es conseguir captar con sus cámaras tanto los platos y cócteles con los que tanto disfrutamos como a los responsables de realizarlos. Yo mismo he visto en persona los "sufrimientos" de mis compañeros en busca de esa imagen perfecta. Por eso me parece muy interesante la iniciativa del FoodPhoto Festival que se celebra estos días en Tarragona.

Desde el pasado 30 de septiembre, y hasta el 17 de octubre, se está celebrando en las distintas sedes repartidas por la ciudad –varios mercados, por ejemplo– las exhibiciones de algunos de los mejores fotógrafos gastronómicos del mundo. Puedes seguirlas en la página http://www.foodphotofestival.org, así como los resultados de los talleres y conferencias que tuvieran lugar durante los primeros días del evento.

PD: La foto de arriba es de Elena y Juan María Arzak; la de abajo, una de las maravillas a las que nos tiene acostumbrados Andoni Luis Aduriz.




martes, 5 de octubre de 2010

Va de vinos... y de algo más

La zona de Ópera, en los aledaños del Teatro Real de Madrid, cuenta desde verano con un nuevo vecino de excepción. Su nombre es Va de Baco y su carta de presentación, una selección de más de 350 referencias nacionales e internacionales, así como una amplísima oferta de vinos por copa a unos precios más que razonables.

Hace unos días tuvimos la oportunidad de visitar el local por primera vez. Se trata de un espacio limpio, diáfano, luminoso y moderno –diseñado por Ana Chillida– que sabe aunar y transmitir sofisticación, sin por ello perder un toque muy tradicional. Y acorde a dicho entorno, su oferta gastronómica, con grandes clásicos de la cocina patria. Cabe destacar su ensaladilla rusa (un plato tan sencillo y recurrente como delicioso), su jamón ibérico (cortado como mandan los cánones), la jugosa y bien cocinada merluza con verduras salteadas y sus contundentes pero imprescindibles alubias con chorizo y morcilla. Todo ello regado con tinto Beronia Gran Reserva y fino Tío Pepe. Nos quedamos con ganas, eso sí, de haber probado los soldaditos de Pavía y la hamburguesa de rabo de toro. Dos platos con muy buena fama que dejaremos para una próxima ocasión (que la habrá).

La guinda a la velada, en forma de original postre, llegó de la mano de brandy Lepanto. En el salón privado para bodegueros de Va de Baco, reservado a profesionales del mundo del vino, los asistentes tuvimos el privilegio de disfrutar de una 'degustación-maridaje' de Lepanto Solera Gran Reserva con hasta cinco tipos de queso (Tomme de Chevre Cendrier -francés-, Gouda de cabra -holandés-, Mahonés -español-, Stilton -británico- y Cabrales -español-). Una interesante idea que ayuda a entender mejor la variedad del recorrido en boca de una bebida legendaria (por José María Álvarez).

VA DE BACO (C/ Campomanes 6, Madrid)
Teléfono: 91 541 70 17
Precio medio: Restaurante, entre 30 y 35 euros; barra, entre 15 y 25 euros (sin bebidas). Menú del día: 12 euros. Vinos por copas, entre 2 y 7 euros.

viernes, 1 de octubre de 2010

De la Riva, única en su especie

Hay sitios que trascienden su oferta gastronómica –y que conste que en este caso es magnífica– para crear una experiencia global que va mucho más allá, y De la Riva es sin duda uno de ellos. Ayer volvimos tras unas semanas de ausencia (el tiempo máximo de abstinencia que nos permitimos) y el resultado ha sido tan espectacular como siempre.

Para el que no la conozca, decir que esta casa de comidas situada en pleno barrio de Chamartín no sale mucho en los medios, pero eso no es problema para que presente llenos diarios en su único turno de mediodía –no abre por las noches– desde que mi memoria alcanza. Su secreto es la mejor materia prima y un equipo (el que veis al completo en la magnífica foto de Diego Martínez que sacamos en nuestro número de septiembre) que te hace sentir como en tu propia casa con su mezcla de cercanía y saber hacer. La carta es cantada y cambia cada día, así que os contaremos el menú que degustamos ayer para que os hagáis una idea: cazuelita de marmitako, delicados sesitos de cordero, almejas para repetir y repetir, un par de chuletitas de cordero y otro par de salmonetes "sólo para probar", una inmensa raya al horno como pocas hemos probado y el contundente zancarrón en salsa para rematar (y untar y untar y untar...). Todo ello regado con la simpatía habitual del inefable Pepe Morán, dueño, maitre y heredero de una tradición que comenzó hace ya muchos años (1932).

Había que trabajar, así que no pudimos cumplir con el ritual de rematar la velada con una copa y una buena tertulia (por no hablar de las grandes partidas de mus que allí se pueden jugar), pero no tardaremos en volver y sentarnos con Pepe a departir sobre cualquier tema que se tercie. De verdad, no esperen más para visitar De la Riva; en tiempos como estos, es allí donde podemos encontrar el verdadero lujo.

DE LA RIVA (C/ Cochabamba 13, Madrid)
Teléfono: 91 458 89 54
Precio medio: No hay menú degustación. A la carta, entre 35 y 45 euros (sin bebidas).

martes, 28 de septiembre de 2010

En 'Arabia' con Lonely Planet

Con motivo del décimo aniversario de la llegada a España de las famosísimas guías Lonely Planet, hemos tenido el placer de conocer en persona al fundador y principal responsable de este fenómeno: Tony Wheeler (próximamente podrás ver la entrevista que le realizamos en Esquire). Un trotamundos -mitad británico, mitad australiano- que, a sus 64 años, no ha perdido ni por asomo las ganas de viajar.

Para conmemorar este 'cumpleaños', el Grupo Planeta (responsable de la edición española de las guías) nos invitó al restaurante Arabia, donde compartimos mesa y mantel con el amable Mr. Wheeler. Por unas horas, el local se convirtió en una pequeña Torre de Babel en la que se dieron cita miembros de las más importantes oficinas de representación turística internacional en nuestro país.

Pero más allá de charlas con sabor viajero y la oportuna presencia de Lorenzo Silva como maestro de ceremonias, lo cierto es que la comida nos decepcionó ligeramente. Empezando por el servicio, que se vio desbordado desde el principio, tal vez por la falta de experiencia en este tipo de eventos. Y siguiendo por una oferta gastronómica original, pero presentada en unas raciones que dejaron sin probar los platos a algunos de los comensales (¿demasiados invitados de última hora?). Mención aparte merece la decoración, que da una sensación de atmósfera descuidada al entorno, aunque eso es algo que ya conocemos de anteriores visitas. En el apartado positivo, que también lo hubo, merece la pena destacar los entrantes a base de berenjena y humus o una crema de pimientos rojos con nueces. De los platos principales, lo mejor fue el muy ortodoxo falafel, un guiso de pollo con pera y el dulce puré de calabaza con ralladura de coco.

Para terminar -y justificar por sí mismo la velada-, un exquisito té árabe con hierbabuena. Demostración, una vez más, de que si el último sorbo está a la altura, el 'viaje' habrá merecido la pena (por José María Álvarez).

sábado, 25 de septiembre de 2010

Lujo en Neuchâtel

Suiza es uno de esos destinos que nunca deja de sorprender al viajero (sobre todo en lo que a exclusividad se refiere). En esta ocasión, tuve la oportunidad de visitar la espectacular fábrica de Dior Horlogerie en La Chaux-de-Fonds (pequeña población reconocida recientemente como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO).

A pocos kilómetros de esta capital de la alta relojería, se encuentra Neuchâtel, típico pueblecito helvético flanqueado por un inmenso lago del mismo nombre. Pese a su aspecto provinciano, no es raro ver circular por sus calles vehículos de marcas como Rolls-Royce, Porsche, Ferrari... Y es que muchos de los directivos de la principales manufacturas del mundo pasan gran parte de su tiempo allí, bien en sus domicilios privados o en sus exclusivos hoteles.

Y entre ellos, el Hotel Palafitte, una maravilla en plena naturaleza diseñada por el estudio de arquitectura Kurt Hofmann. Terrazas privadas con acceso al lago en cada habitación y casi todos los lujos imaginables. Lo mejor es que echéis un vistazo al vídeo que hice de mi 'dormitorio' para sacar vuestras propias conclusiones. No nos odiéis demasiado... (por José María Álvarez).

martes, 21 de septiembre de 2010

Reentré madrileña (y II): Ramón Freixa, La Maquina de la Moraleja y La Taberna de Pedro

Enlazando los dos últimos posts, el martes pasado estuve cenando en Ramón Freixa en un evento organizado por los responsables del maravilloso ron Flor de Caña y La Luna de Metrópoli. Muy buena compañía –Alberto Luchini, Alberto Fernández o Álvaro Castro, entre otros– para una velada de lo más agradable. ¿Y la cena? Complicado de explicar...

Era mi segunda visita a Ramón Freixa y debo reconocer que las sensaciones a la salida fueron las mismas que en la primera: frialdad, falta de emoción, sensación de "esto ya lo he vivido antes". Vaya por delante que Freixa tiene un talento tremendo como demuestran algunos de sus platos (las texturas del tomate, la hamburguesa de pato), el servicio es el esperable en un lugar de estas características o que la ambientación no me convence pero ya me gustó más que en mi visita anterior. Además, hay detalles como el extraordinario pan horneado –¿el mejor de España?– o los petit fours que hablan de un gran restaurante. Así que puede que el problema sea mío... pero no sé cuánto tardaré en repetir la experiencia, la verdad.

Para seguir, dos locales de los fijos cuando salgo con amigos y sin ansias de epatar ni ser epatado: La Máquina de la Moraleja y La Taberna de Pedro. De ambos ya os he hablado otras veces, así que tampoco descrubriré nada. Tan bien como casi siempre el primero el otro día en la terraza, con su gran ensaladilla, unos buenos salmonetes o un bonito al ajillo de nota. Algo duro, sin embargo. el calamar de potera encebollado, normalmente uno de los mejores platos en mi opinión. Para rematar, gin-tonics servidos de vicio en Aspen (y cobrados a la altura, claro). La definición absoluta de "valor seguro".


Aún mejor el jueves en La Taberna de Pedro, uno de esos sitios que aún no ha decepcionado a nadie a quien se lo haya recomendado (y han sido muchos). Un ejemplo: la pareja que nos acompañaba reserva para el día siguiente nada más terminar la cena... Agradable su terraza cubierta –ideal para estos día de entretiempo–, genial su extensísima carta de vinos de la que extraímos un Alonso del Yerro 2007 que cada vez me gusta más y honesta su cocina como pocas. A destacar los ya clásicos chipirones encebollados, un revuelto de hongos que no podemos dejar de pedir y una carrillera como pocas he probado. La relación calidad/precio, creo sinceramente que la mejor de Madrid en este estilo. No es de extrañ
ar que estuviera hasta la bandera. Felicidades a Pedro García por su trabajo. Ah, y un lugar que demuestra que con ganas, paciencia y sabiduría se puede formar a un buen servicio.

RAMÓN FREIXA (C/ Claudio Coello 67, Madrid)
Teléfono: 91 781 01 73
Precio medio: Menús degustación: 80 y 95 euros (sin bebidas). A la carta, entre 60 y 80 euros (sin bebidas).

LA MÁQUINA DE LA MORALEJA (Plaza de la Moraleja s/n, Alcobendas).

Teléfono: 91 658 52 97
Precio medio: Entre 35 y 45 euros (sin bebidas).

LA TABERNA DE PEDRO (C/ Alberto Alcocer 38, Madrid)
Teléfono: 91 457 33 63
Precio Medio: Entre 20 y 30 euros (sin bebidas).

domingo, 19 de septiembre de 2010

Reentré madrileña (I): Le Cabrera y Wakathai

Parece ser que las vacaciones realmente recargan las pilas a la gente, porque son incontables las cenas, eventos y demás actos sociales que se organizan estos días, tanto a nivel profesional como personal. Así que os vamos a contar en dos actos algunas de las más interesantes. Para empezar, Le Cabrera y Wakathai (foto de arriba).

Comenzaremos con un clásico de este
blog: Le Cabrera. Acudiendo a la llamada de la gran distribuidora de destilados Amer Gourmet, nos plantamos hace unos días en el local de Diego Cabrera junto a gurús de la gastronomía del calibre de Carlos Maribona, Luis Cepeda o José Peñín. El motivo de la cena era conocer a Alexandre Gabriel, dueño de la francesa Citadelle Gin (en mi top 3 de ginebras favoritas) y poder saborear diversas preparaciones de gin tonic con dicha ginebra, su espectacular Citadelle Reserve –envejecida en barrica, pensada para disfrutar sola– e incluso un ron jamaicano envejecido también en barricas de cognac que han preparado en especial para Le Cabrera llamado Plantation; dará que hablar, os lo aseguro.

Como ya os hablaremos de todo ello en
Esquire, repasemos la agradable cena que nos preparó Benjamin Bensoussan (tan sonriente en la foto de abajo), sin duda con más altos que bajos. Tras unas alitas de pollo algo normalitas –mejores las de La Gabinoteca– pudimos probar algunos clásicos como su buen steak tartar, el foie gras de cerdo negro de Felanitx o los lomos de sardinas (aunque en esta ocasión al maracuyá). De las novedades, nos gustó muchísimo su delicado falafel y bastante un tartar de vieras para comer enrollado con hojas de lechuga, al estilo de un nem tom. Alguna otra novedad no triunfó tanto por culpa de un pequeño exceso de sal y/o soja, pero seguro que Benjamin los va puliendo. En resumen, un valor seguro para cenas informales pero de nivel.

Por otro lado, pudimos visitar al final Wakathai, el comentadísimo proyecto del cocinero argentino Walter Brandan –ex Sudestada, ex Asiana Next Door– que ha tenido tanto éxito inicial que ya ha subido los precios un 10% en tan sólo tres meses (hay que aprovechar la ola...). Como era de esperar con esos antecedentes, cocina de fusión asiática bastante auténtica para lo que se estila por aquí. Terraza urbana –al lado de los coches, vamos– en una noche de lo más agradable y la posibilidad de cenar con Inédit predisponían aún más positivamente, pero el resultado nos decepcionó algo. En lo gastronómico, menú degustación con aciertos –tremendo el ceviche de corvina (foto de abajo) y muy bien unos dumplings del mismo pescado o una curiosa ensalada con oreja de cerdo, garras de pollo y lengua de ternera– y otras cosas que pasaron con menos gloria. Entra estas últimas, unos nem tom por debajo de lo esperable, la ensalada de algas o la sopa fría de sandía. El postre, un flan de coco con leche condesada, bien sin excesos y demasiado pesado.

Aún así, la nota hubiera sido bastante alta de no mediar un terrible fallo de servicio –muy amable durante toda la noche, por otra parte– que demoró la espera entre uno de los platos del menú y el siguiente más de 40 minutos. Tras eso, y aunque se recuperó el ritmo a partir de ahí, la verdad es que ya no disfutamos igual. Un jarro de agua fría que me hizo desistir de pedir alguno de los cócteles que ofrecen –con muy buena prensa– y optar directamente por la cuenta. Brandan, en un gesto que le honra, nos invitó a las bebidas. Habrá que darle otra oportunidad.

PD:
Lamentablemente, el viernes acudió otra persona de la redacción a Wakathai –recomendada por mí– y lo suyo con el servicio parece ser que fue bastante peor y encima con no tan buenas maneras. Me costará darle esa nueva oportunidad.

LE CABRERA (C/ Bárbara de Braganza 2, Madrid)
Teléfono: 91 319 94 57
Precio medio: 25-35 euros sin bebidas (restaurante). Cócteles: 10 euros excepto los que son con champagne (14 euros) o para conductores (9 euros).

WAKATHAI (C/ Conde Duque 13, Madrid).
Teléfono: 91 541 78 76
Precio medio: Menú degustación: 33 euros (sin bebidas). A la carta, entre 25 y 35 euros (sin bebidas). Cócteles: 8,80 euros.


jueves, 16 de septiembre de 2010

Eneko Atxa y Ramón Freixa: parecido inicio, distinto desenlace

Hace algo más de un año abrían restaurante en Madrid dos reputados cocineros, uno vasco (Eneko Atxa, foto de arriba) y otro catalán (Ramón Freixa, foto de abajo). Ambos abrían en hoteles de lujo –en el Villamagna el primero, en el Selenza el segundo– con grandes expectativas y bastante ruido mediático, compartiendo incluso agencia de comunicación. Pues bien, ayer supimos que Eneko Atxa ha abandonado su proyecto madrileño, mientras que Ramón Freixa disfruta de su estrella Michelin y una buena afluencia de público (estuve cenando el martes, ya os contaré). Una noticia triste, pero previsible.

Atxa nunca apostó realmente por esta aventura y sus ausencias para seguir al frente de los fogones de su local de Azurmendi (Lezama) eran la norma, mientras que Freixa se trasladó con todas las consecuencias desde Barcelona, dejando allí a su padre a cargo de una versión más clásica que denominó Freixa Tradició. Algo respetable, por supuesto, pero que no ayuda. Como tampoco ayudó la gerencia del Villamagna con muchas de sus decisiones, lo que provocó tiranteces desde el primer momento. ¿Algunos de los problemas? Atxa tenía la competencia en su propia casa del exitoso Tse-Yang (Freixa es el único gallo en su corral), el uso de la terraza también fue objeto de disputas (por su parte Freixa ha creado la muy agradable Fora, opción informal más que recomendable), tenía una decoración fría e impersonal (no me mata la de Freixa, pero es otra cosa), los precios eran muy altos incluso teniendo en cuenta que hablamos de un restaurante de ese nivel (y ya sabemos que un restaurante así no se monta para ganar dinero)... Un fracaso, en resumen, que puede achacarse a ambas partes y que empobrece un poco el panorama gastronómico madrileño. Esperemos, al menos, que ambas partes aprendan la lección.

viernes, 10 de septiembre de 2010

Nos vamos de San Wich

Con el regreso de las vacaciones viene también nuestra vuelta al colé particular y la búsqueda diaria de opciones variadas donde comer cerca de la oficina. Y como siempre se agradecen novedades al respecto, ayer nos animamos a acercarnos a San Wich... y hoy hemos repetido.

Lo primero que nos llamó la atención del local fue su lema: "Porque un buen sandwich es necesario". Y sí, lo que encontramos en este pequeño pero bien decorado local son sobre todo sándwiches, algunos muy originales debido al origen chileno de sus dueños, pero también hamburguesas, perritos, empanadas y dulces. En el apartado liquido, un par de vinos chilenos, cerveza Alhambra (¡bien!) y unos
pisco sour con los que reanimar el eterno debate sobre el origen de la bebida: ¿chilena o peruana?

Yendo al grano, y por extraño que parezca, ayer nos apretamos unas hamburguesas Voladoras con Alhambra (el
pisco sour mejor cuando pueda repetir y repetir). La hamburguesa, de pollo, muy bien de sabor, textura y pan. Para acompañar, tan sólo unas patatas onduladas (decepción). En el salseo, agradable sorpresa con una salsa de ají magnifica que traen directamente de Chile; picante, sabroso y dulce, todo al tiempo. Hoy, y para tener más material sobre el que opinar, han caído bágels, hamburguesas y sándwiches. ¿El resultado? Se confirman magníficas las hamburguesas (las de hoy eran a lo pobre), bastante bien los bágels (roastbeef y pavo) y curiosamente muy decepcionante el sándwich de ave mayo.

Un servicio rápido y simpático, precios amables (abajo tenéis la carta) y esos vasitos dulces que ayudan a dejar un agradable sabor de boca redondean una buena experiencia (mejor que Peggy Sue's o Tommy Mel's, por ejemplo) en la que habrá que profundizar.

martes, 7 de septiembre de 2010

Guiños cinematográficos en el Astoria7

¿Qué nos sugiere San Sebastián en estas fechas? Cine, sin duda. ¿Y durante el resto del año? Pues entre otras cosas, buena gastronomía y, sobre todo, pintxos. Por eso es una gran idea la iniciativa del hotel Astoria7 para juntar ambos mundos mediante la creación de un divertido pintxo llamado Foie-tatouille en homenaje a la gran película de Pixar Ratatouille (ese monólogo del crítico Anton Ego al final de la cinta... ¡espectacular!).

Se trata de una creación de Pedro Olmedo, asesor gastronómico de Astoria 7. Este hotel contemporáneo es uno de los encargados de renovar el panorama hostelero de Donosti gracias a su toque urbano y una decoración temática dedicada al Séptimo Arte (tranquilos, no es kitsch sino elegante). Por ello es de cajón que sea su restaurante el que ofrezca este pintxo –elaborado con foie en terrina, cebolla caramelizada, calabacín marinado, compota de berenjena y un toque de estragón fresco– durante todo este mes de septiembre.

Un consejo final: después de deleitaros con este sabroso bocado, acudid a lo viejo para probar el pintxo de foie con compota de manzana de La Cuchara de San Telmo, el de foie con uvas del Bergara, el más tradicional del Sport (a la plancha, con sal y pimienta)... ¡Qué grandes las barras donostiarras!

jueves, 2 de septiembre de 2010

¿Mal de altura?

En pleno mes de agosto y con un Madrid desértico, por clima y por aspecto, se me ocurrió pasarme por el Hotel Eurostars Madrid Tower. Ubicado en los terrenos de la antigua ciudad deportiva del Real Madrid, me pareció una buena idea conocer desde dentro una de las cuatro torres que han cambiado la silueta de nuestra capital y, de paso, probar su oferta gastronómica.

Una propuesta que viene dada por el Restaurante Volvoreta, situado, nada menos, que en la planta 30 del edificio, algo casi insólito en nuestro país. El local debe su nombre a un tipo de mariposas rojizas que cuelgan del techo del restaurante. Más allá de la irremediable sensación de que alguno de estos adorables bichitos pueda acabar cayendo en el plato, el espacio interior, obra de Xavi Muñoz, con la inestimable ayuda de sus vistas, es ciertamente espectacular. Me gustaría saber, eso sí, cuál habría sido el resultado final si se hubiera decidido colocar el local al otro extremo de la torre, mirando al Paseo de La Castellana...

Pero lejos de aspectos puntuales, el servicio es impecable, bien formado y cercano, consiguiendo hacer sentir cómodo al comensal desde el principio. Digna de elogio su medición perfecta de tiempos entre aperitivos varios, bebidas y platos principales, algo que cada vez se echa más de menos. Cierto es que por tratarse de ésas fechas, el local estaba casi vacío, lo que facilita el trabajo. Aun así, lo cortés no quita lo valiente.

Su carta, diseñada por el joven cocinero británico Andrew Bryson, combina productos de temporada con leves pinceladas creativas, sin excesos. Cabe destacar su exquisito ceviche de mero –grata sorpresa–, así como sus carnes. Empezando por unas deliciosas croquetas de jamón ibérico y terminando con su carrillera de ternera en su propio jugo. Apuestas sencillas pero seguras. En cuanto al pescado, sin embargo, fue una lástima ver cómo un fesquísimo San Pedro se echaba a perder por cocinarlo demasiado. Un error imperdonable. En definitiva, sensaciones encontradas. Habrá que volver para sacar conclusiones definitivas (por José María Álvarez)

VOLVORETA (Paseo de la Castellana 259B, Madrid)
Teléfono: 913 342 700
Precio: Entre 50 y 60 euros sin bebidas.

lunes, 30 de agosto de 2010

Mallorca (III): Cap Rocat

Volvemos a Mallorca para continuar con nuestro listado de lugares recomendables en la isla (todavía más en este mes de septiembre, os lo digo por experiencia). En esta ocasión toca mezclar hotel y restaurante, ya que hablamos de Cap Rocat, la gran novedad hotelera de la temporada.

En el número de septiembre de Esquire os hablamos del hotel como tal, así que tampoco me voy a extender demasiado en describirlo. Tan sólo comentaros que alojarse en este complejo ubicado en lo que fuera una antigua fortaleza excavada en la roca de finales del siglo XIX es una de las experiencias más alucinantes que he podido disfrutar en los últimos tiempos, por mucho que algunos pequeños detalles fruto de la magnitud del proyecto aún haya que pulirlos. De verdad, hay que vivirlo para creerlo.

En cuanto a la restauración del hotel, aunque
tienen también un restaurante gastronómico que abre de jueves a sábado (su terraza de verano, en la foto de abajo), nosotros tan sólo pudimos probar el local de su Sea Club (foto de arriba), que por lo visto esta registrando llenos a diario, algo que entendemos perfectamente... o no tanto. Me explico: la ubicación es perfecta, el concepto me gusta (recetas sencillas, uso de la plancha para aprovechar un buen producto como el pargo que compartimos de segundo), el servicio es voluntarioso, la carta de vinos amplia y con buenos precios... El problema es que casi todos estos puntos favorables tienen su "reverso oscuro": la mala iluminación resta encanto al lugar y cuesta distinguir lo que hay en la mesa, el producto es bueno pero no lo suficiente como para justificar cuentas bastante elevadas, el servicio es aún bastante atolondrado, las copas de vino infames restan puntos a esa carta tan bien elaborada...

Pese a todo, debo decir que la velada fue bastante agradable, no sé si porque el lugar tiene algo especial o porque ya estaba en una nube gracias al ambiente global del hotel, así que diremos que es un lugar que merece al menos otra oportunidad, incluso mejor al mediodía si las temperaturas refrescan algo.

SEA CLUB - CAP ROCAT (Carretera de Cap Enderrocat s/n, Cala Blava-Mallorca).
Teléfono: 971 74 78 78
Precio: 55-65 euros sin bebidas.

jueves, 26 de agosto de 2010

La cata del mes, por David Expósito

El vasco David Expósito se ha convertido en uno de los mejores sumilleres de Barcelona gracias a su trabajo diario en la Enoteca, el premiado restaurante alojado en el exclusivo Hotel Arts, y por eso le hemos pedido que tenga la amabilidad de recomendarnos algunos de sus vinos preferidos en este momento:

Drappier Grande Sendrée 1999
Elaborado con los viñedos mas antiguos (70 años) de las parcelas más cotizadas y sólo en las mejores cosechas, cuando los niveles de azúcar, acidez y frutosidad lo permiten.La cuvée Grande Sendrée nos sorprende por su potencia, complejidad, cremosidad y elegancia, además de por ser accesible económicamente. Un valor seguro.


Thousand Milks 2008

Vino producido por el joven y prometedor enólogo David Sampedro. Viñedo que heredó de sus abuelos y que cuida con esmero regido por la biodinámica con total respeto al medio… y al producto. Es el vino de las mil variedades, como su nombre indica, y el blanco que mas gratamente me ha sorprendido en los últimos años en nuestro país.
ACUSP 2008
Raül Bobet trata de contrarrestar el cambio climático haciendo este vino en el Pirineo Ilerdense a mil metros de altitud. Busca así vinos con buena acidez y frescor, características que echamos en falta en muchas de nuestras etiquetas. Con este cien por cien Pinot Noir de carácter muy continental, atlántico y burguiñón ha conseguido alcanzar la cima de los Pinots de este país. Sin ninguna duda pertenece a ese minúsculo grupo de vinos que darán que hablar.


lunes, 23 de agosto de 2010

Sensaciones agridulces en la Costa Brava (y II): Cal Sagristà

Si os comentaba el otro día que la visita a Els Pescadors no había sido todo lo satisfactoria que debía, ahora debo hablaros de otro lugar que me dejó sensaciones mucho mejores. Se trata de Cal Sagristà, coqueto restaurante de cocina casera y ambiente familiar enclavado en el precioso municipio de Perelada.

Con una carta variada que se complementa con apetitosas sugerencias del día (que están tarifadas, no como en Els Pescadors), puede que sea el restaurante más popular de la zona si nos atenemos a la dificultad para encontrar mesa en él, y la verdad es que las razones son sencillas de entender. Cocina apegada a la tierra sensata y con algún toque creativo, servicio familiar cercano y eficiente, enclave discreto pero acogedor al que se le añade una preciosa terraza en verano... Y encima las facturas son más que razonables. De lo que tomamos, a destacar las refrescantes sopas de tomate o sandía, la ensalada de langostinos con pesto y un espectacular risotto de ceps con careta de cerdo, de lo mejor que he tomado en mucho tiempo. La comida, además, culmina con un carro de tartas caseras alucinante que enseña la matriarca de la familia (responsable de su realización también), una tentación ante la que es muy difícil resistirse y que de hecho nos llevó a probar hasta 6 ó 7 variedades distintas. A mejorar, eso sí, la carta de vinos.

Para rematar la velada, y como os comentaba antes, nada mejor que dar un paseo nocturno por el pueblo y acercarse a su famoso castillo para recorrer sus alrededores o tomarse una copa en alguna de las –escasas, eso sí– terrazas cercanas o incluso en el lounge instalado junto al propio castillo.

CAL SAGRISTÀ (C/ Rodona 2, Perelada-Girona).
Teléfono: 972 53 83 01
Precio: 30-35 euros sin bebidas.

viernes, 20 de agosto de 2010

Sensaciones agridulces en la Costa Brava (I): Els Pescadors

Uno de los sitios donde he recalado este verano ha sido la zona de Girona más cercana a Francia, en concreto el pueblo de Espolla. Desde ahí pude acercarme a la capital para deleitarme con una comida prácticamente insuperable en El Celler de Can Roca que ya os contaré, pero también para conocer un par de lugares bastante interesantes –al menos a priori– en una zona con una cultura gastronómica realmente potente.

El primero de ellos, en la bonita localidad de Llança, fue Els Pescadors (foto de arriba). Allí se encuentra también el restaurante Miramar de Paco Pérez (estrella Michelin incluida), pero al haber estado hace poco en su Enoteca del Hotel Arts quise probar la otra gran referencia del lugar. Y creo que me equivoque. Las buenas vistas al puerto y una temperatura perfecta presagiaban una gran comida, pero no pudo ser debido a un sinfín de detalles muy mejorables que acabaron estropeando la velada pese al más que correcto tono general de lo que había en el plato. Así, los entrantes (cigalitas, mejillones al vapor y anchoas de L'Escala) rozaron a un buen nivel, especialmente las anchoas. Por su parte los segundos no le fueron a la zaga con un bacalao al pil-pil con espuma de patata espectacular (foto de abajo), un correcto gallo de San Pedro y unos sonsos –pescaditos rebozados tipo chanquetes– que incitaban a comerlos sin parar. Los postres, por contra, flojitos, flojitos...

¿Qué problemas hubo entonces para que hable de una experiencia agridulce? Pan cobrado a 3,50 euros (+ iva, claro) que era de los pequeñitos que compras ya cocido y recalientas en el horno, como en los menús del día de andar por casa; un pecado teniendo en cuenta los panes que pudimos probar en otros lugares de la zona. Carta de vinos con un montón de vinos acabados, precios más altos que en El Celler (lo juro) y servicio del vino inexistente. Traer las anchoas y que sean 3 para 4 comensales, para después no poner buena cara –ni pan tumaca– para el comensal que tuvo que esperar a que le trajeran otra. Dejar claro que no quieres nada con helado de postre y que te dejen pedir un sorbete que en realidad es un helado (¿problemas lingüísticos?). Cobrar cualquier pescado fuera de la carta con un 50-70% de sobreprecio sobre el más caro de los marcados... y sin avisarlo antes, claro; qué diferencia en este aspecto con otros lugares que he visitado este verano como Zaranda o D'Berto. Qué manera de estropear algo que podía haber estado muy bien, pero es el peligro de los sitios que llenan casi sin trabajárselo desde hace años –por lo que me dice gente de la zona– y donde se nota que ya no se hace ningún esfuerzo por mejorar.

ELS PESCADORS (C/ Castellar 41, Llança-Girona).
Teléfono: 972 38 01 25
Precio: 50-60 euros sin bebidas.

lunes, 16 de agosto de 2010

Terrazas madrileñas (y III): Zona de La Moraleja

Ya estamos de regreso de las vacaciones (aunque alguna escapada queda pendiente), con el consiguiente bajón. Para intentar solucionarlo, nada mejor que realizar visitas ocasionales a una de las zonas que mejor densidad de buenas terrazas tiene por metro cuadrado: La Moraleja. Vale, sé que a muchos os sonará a pijo, elitista y caro, pero hay que reconocer que allí podemos encontrar bastantes opciones de calidad, con buen ambiente y a un precio mucho más módico de lo que se podría pensar, así que dejar atrás los prejuicios si es que los teníais.

El lugar más concurrido y popular de la zona es La Plaza de la Moraleja. Allí se alternan sitios con aspiraciones elevadas –por encima de los resultados– como Aspen y Enrich, un asiático más que correcto como Hakkasan o ejemplos perfectos de esa moda de los gastrobares como La Barra del Cacique o El Atelier de Enrich (que comparten ubicación con sus casas madre). Entre todos, yo me decanto por la solidez de La Máquina de la Moraleja y el indudable encanto de La Lumbre del Cacique (foto de arriba). Como del primero ya he hablado alguna vez, hablemos del segundo, con una de las terrazas más agradables de Madrid. Decoración sencilla pero elegante, ambiente tranquilo y un servicio atento ayudan a disfrutar de una comida tradicional de mercado sin grandes misterios pero bien elaborada casi siempre –destacan las preparaciones a la brasa, desde el agradable pulpo a una mollejas perfectas– y que puede ser regada con una carta de vinos interesante y a precios ajustados. Además, como en años anteriores, tienen una oferta inmejorable para descubrirla las noches de lunes a jueves: un menú de 25 euros que da derecho a elegir tres medias raciones de las que están marcadas en su carta (hay bastantes opciones) y un postre. Magnífica relación calidad-precio, os lo aseguro.

Fuera de La Plaza de la Moraleja, hay varias opciones más de diverso interés (El Chalet Suizo, por ejemplo, es un clásico para los amantes de la fondue), pero quiero destacar la última novedad, La Prima de Araceli (foto de abajo). Esta última puesta de uno de los grandes clásicos de la restauración madrileña me ha convencido más de lo que esperaba. Y es que, aunque con un punto de calidad por debajo de los anteriormente mencionados, sus tapas, raciones, cazuelas y demás son generosas y están pensadas de forma inteligente para ser compartidas, lo que lo convierte en un lugar ideal para ir con amigos sin complicarse demasiado la vida. Decoración más moderna de lo habitual pero discreta, pulverizadores de agua para refrescar y un servicio algo atolondrado pero con muy buena disposición completan un panorama del que sólo me falta por probar su barra de gin-tonics (esto empieza a ser una plaga). Por cierto, si al final os animáis, os recomiendo por ejemplo las albóndigas de rape o los chipirones en su tinta.