Caso real: llego a un restaurante y pido un menú degustación "cerrado" a 38 €, bebidas incluidas. Cuando llega la cuenta se han convertido en 52,97 €. ¿Razón? Hay que sumarle 4 euros del cubierto, otros 4 de una cerveza de aperitivo (una Mahou, que conste), 3,50 de un café (lo pedí en lugar del postre incluido en el menú pero resulta que no era posible sustituirlo) y el 7% de IVA. Que conste que comí bien y que al menos aquí ponían un aperitivo más que digno e incluso el café era tolerable, pero mis compañeros de mesa y yo no pudimos dejar de comentar lo habitual que es quedarse con la sensación de que la cuenta ha sido engordada de manera un poco forzada.
Y lo dicho, aquí por lo menos había nivel, pero os cuento otros momentos más gloriosos: ese restaurante de la calle Velázquez con ínfulas al que sólo se puede acudir por su terraza y, como lo saben, te cobran uno 10% extra por ello, como en los chiringuitos de playa (o sea que a los platos hay que sumarle el 17% de terraza + IVA); ese local de Paseo de la Habana que un día fue apañado y en el que el otro día nos pusieron el mismo aperitivo (en cantidad) para nueve mocetones que en las mesas ocupadas por dos personas (13,50 € + IVA por DOS zanahorias en laminas con mahonesa, eso son márgenes y lo demás tonterías); ese restaurante de postín junto al Viso en el que clavan 3,50 por cubiertos y un aperitivo que nunca llegó la última vez que estuve y en el que, además, te cobran un euro más por pieza de pan extra (malísimo, por supuesto). Y luego lo del IVA, que me llevan los demonios sólo de pensarlo. Hemos llegado al punto en que veo en una carta eso de "Todos nuestros precios llevan incluido el IVA" y ya es ponerme de buen humor. Para otro día dejo las contestaciones tipo "Es que no tenemos agua de grifo" cuando pides una jarra de agua...