
Afortunadamente, y de eso hablamos aquí, la parte gastronómica del viaje ha sido plenamente satisfactoria. Calidad, precios moderados y cartas de vino sorprendentemente completas han sido la tónica habitual en todos los lugares que hemos visitado, aunque también es cierto que la dieta carece de cierta variedad y se reduce casi exclusivamente a pasta, quesos y pescado en la mayoría de sitios (no faltan tampoco asiáticos de nivel en casi todos los grandes hoteles, eso sí). Antes de nada, por cierto, les recomiendo si van a viajar allí la guía gastronómica local, The Definitive(ly) Good Guide, 9 euros muy bien invertidos. De los lugares visitados, destaco por encima de todos la excelente vinoteca Trabuxu (Valletta), el tipo de local que me encantaría llegar a montar algún día, con una carta pequeña pero sabrosa e ideal para ser compartida (esos ravioli a la maltesa...), un ambiente lleno de encanto y en el que poder degustar vinos de todo el mundo a buenos precios. Imprescindible. También básica es la visita a Da Pippo, una trattoria que nos transporta directamente a Sicilia y en la que es realmente complicado encontrar sitio, lógico teniendo en cuenta sus reducidas dimensiones y que sirven, por ejemplo, la mejor pasta "frutti di mare" que he probado en mi vida. Mucho mejor de lo esperado resultó la visita a Peppino's, el típico lugar donde te ponen la lista de todos los famosos que han comido allí (Brad Pitt, Madonna, Daniel Craig... o Amenábar) pero que se mostró absolutamente sólido en la mesa y con un servicio más que notable. Más apropiado para una cena informal pero con una vistas espectaculares y una atención a la altura de lo esperado, el Quarter Deck del hotel Hilton, así como el cercano Café Portomaso y sus espectaculares tartas.
En definitiva, autos locos, atardeceres espectaculares, aguas transparentes y buena gastronomía. Pensándolo bien, no ha estado mal, ¿no?
En definitiva, autos locos, atardeceres espectaculares, aguas transparentes y buena gastronomía. Pensándolo bien, no ha estado mal, ¿no?