lunes, 10 de agosto de 2009

Berlín, aún mejor de lo esperado (y III)


Finalizamos nuestro repaso a la capital alemana con el bebercio, que no sólo de pan vive el hombre. En contra de lo que podríamos pensar, y como en otras capitales europeas, lo que triunfa en Berlín a la hora de salir son los cócteles en todas sus variantes y no la cerveza. No me entendáis mal, los berlineses beben mucha cerveza durante el día y la tarde, pero me atrevería a decir que menos que los españoles cuando salen de marcha. Los precios por su parte son también moderados en todos los locales que visitamos (cada uno en su nivel), pero aquí se acaban las buenas noticias por desgracia, ya que el nivel general de lo servido era bastante pobre. ¿Problemas? Dos básicos: la intención de poner cócteles en todas partes y de muchas clases se agradece, pero para hacer algo tan mal mejor no lo hagas. El segundo es la falta de hielo, ya que por culpa de la mala calidad del agua y no sé si para ahorrar, las copas se ponen sin hielo o con poco (y de mala calidad) incluso en locales de cierto nivel. Y eso que no hemos hablado de la cola que va con los combinados, en muchos ocasiones de botella -sí, como en los garitos cutres para adolescentes- cuando no es directamente la muy popular allí Afri-Cola, autóctona y rica en cafeina pero mala de narices.



Si queréis comprobar todo esto, os recomendamos que os acerquéis a cualquiera de las tres zonas de marcha que os recomendamos:

- Prenzlauer Berg, el barrio con más vida de la ciudad, donde sentarse en cualquiera de sus terrazas a degustar una buena conversación y, con suerte, una bebida aceptable mientras se ve pasar a la gente más cool de la ciudad. El bar Gagarin, la enorme cervecería Prater o el soulero August Fengler son buenas opciones en esta zona

- Bajando del anterior hacia Scheunenviertel y Alexanderplatz, el ambiente de los bares se vuelve algo más exclusivo, pero lo interesante aquí son sus discotecas, que harán las delicias de los noctámbulos (eso sí, en Berlín toca pagar entrada y sin copa incluida). Así, el surrealista White Trash Food te trasladará a una sala de conciertos de Memphis, Magnet encantará a los amantes del indie o el electropop más gamberro y Knaack asustará con sus cuatro plantas llenas de personajes a cada cual más auténtico.

- Por último, la ribera del Spree entre Kreuzber y Friedrichshain es una curiosa zona repleta de garitos playeros en verano donde se combinan el exclusivo Splinder&Klatt (del que ya hablamos) con el entrañable macroespacio reggae/punk Yaam. La cercana zona de Boxhaneger Platz, por su parte, no tiene nada de especial pero siempre se puede acudir a ella en busca de marcha, ya que el ambiente no decae hasta muy tarde.

- Una mención especial aquí a la coctelería CSA, donde he podido degustar algunos de los mejores cócteles de mi vida. Apartada del gentío pero a cinco minutos en coche de Alexanderplatz, se trata de un lugar que rebosa clase y elegancia, todo un oasis. Si os acercáis, no dejéis de probar su whisky sour.



En cuanto a las cartas de vinos de los restaurantes, lo mejor que se puede decir es que suelen ofrecer bastantes opciones por copas a precios moderados, pero lo cierto es que las posibilidades no eran especialmente interesantes y casi siempre lo mejor es pedir un Riesling o un Burdeos para asegurar el tiro. ¿Y la cerveza? Ah, la cerveza... Pues tampoco es para tanto, oiga usted, de hecho las muy populares Berliner Pilsner o Beck's nos dejaron más que fríos y nuestro mejor momento cervercero vino de la mano de la muy poco alemana Kilkenny, por lo que está claro que aquí no logramos nuestro objetivo. Pero casi mejor, así tengo otra razón para volver a Berlín.