Hace tan sólo unos días que desde el blog del Departamento de Arte de 'Esquire' nos hablaban sobre el trabajo del fotógrafo Rankin para Macallan, sin duda extraordinario... y caro (lo vi en Londres por 950 libras). Pero bueno, yo de lo que quería hablaros aprovechando la ocasión es del whisky en sí, ya que se trata sin lugar a dudas de uno de mis favoritos, aunque eso sí, habitualmente tengo que "conformarme" con, por ejemplo, el de 12 años. Fabricado en la mítica zona de Speyside, hogar de nada más y nada menos que 46 distilerías, se trata de un single malt que sobresale por sus sabores afrutados y especiados, sin el exceso de madera del que se acompañan otros supuestos "grandes". La clave, en teoría, es su triple paso por barricas de roble americano que ha albergado bourbon, roble americano que ha albergado jerez, y roble español que ha albergado jerez. Y, no sé si será por eso, pero lo cierto es que les queda de miedo.
Ah, y ya puestos, un lugar recomendado para degustarlo: El Cisne Azul, el mítico bareto de Chueca donde tienen las mejores setas de Madrid (uno de los cinco mejores restaurantes "baratos" de España para la crítica gastronómica del New York Times) y donde, si pides uno al acabar la manduca, te dejarán la botella para que te sirvas a tu gusto y las veces que consideres correcto. El mejor fin de fiesta posible, sin lugar a dudas.