Se supone que "la última sensación es la que queda", que debería tenerse especial cuidado con ella. Pues bien, con honrosas excepciones, los restauradores españoles o no se han enterado o les da igual, porque el maltrato al que someten al café en sus locales es impeninetente. Da igual que sean de alta gama o modestos, tradicionales o cool, mediterráneos o asiáticos... Decepción asegurada en la mayoría de casos. Mala materia prima a menudo, nulo interés en su realización casi siempre y falta de variedad en las preparaciones por descontado. Y encima, a precio de oro negro. Por eso, cada vez más menudo, ya no pido café en los restaurantes.
PD: ¿Excepciones? El café molido delante del cliente de El Serbal (Santander), los capuccinos de Boccondivino y La Nonna (Madrid) o los cafés helados del Capuccino (Palma de Mallorca) se llevan mis mejores recuerdos. Y si no hay ganas, que hagan como la castiza Taberna El 9, que los sirve de Nespresso y lo pone claramente en la carta, perfectos para salir del paso con mucha dignidad.
PD: ¿Excepciones? El café molido delante del cliente de El Serbal (Santander), los capuccinos de Boccondivino y La Nonna (Madrid) o los cafés helados del Capuccino (Palma de Mallorca) se llevan mis mejores recuerdos. Y si no hay ganas, que hagan como la castiza Taberna El 9, que los sirve de Nespresso y lo pone claramente en la carta, perfectos para salir del paso con mucha dignidad.