lunes, 30 de agosto de 2010

Mallorca (III): Cap Rocat

Volvemos a Mallorca para continuar con nuestro listado de lugares recomendables en la isla (todavía más en este mes de septiembre, os lo digo por experiencia). En esta ocasión toca mezclar hotel y restaurante, ya que hablamos de Cap Rocat, la gran novedad hotelera de la temporada.

En el número de septiembre de Esquire os hablamos del hotel como tal, así que tampoco me voy a extender demasiado en describirlo. Tan sólo comentaros que alojarse en este complejo ubicado en lo que fuera una antigua fortaleza excavada en la roca de finales del siglo XIX es una de las experiencias más alucinantes que he podido disfrutar en los últimos tiempos, por mucho que algunos pequeños detalles fruto de la magnitud del proyecto aún haya que pulirlos. De verdad, hay que vivirlo para creerlo.

En cuanto a la restauración del hotel, aunque
tienen también un restaurante gastronómico que abre de jueves a sábado (su terraza de verano, en la foto de abajo), nosotros tan sólo pudimos probar el local de su Sea Club (foto de arriba), que por lo visto esta registrando llenos a diario, algo que entendemos perfectamente... o no tanto. Me explico: la ubicación es perfecta, el concepto me gusta (recetas sencillas, uso de la plancha para aprovechar un buen producto como el pargo que compartimos de segundo), el servicio es voluntarioso, la carta de vinos amplia y con buenos precios... El problema es que casi todos estos puntos favorables tienen su "reverso oscuro": la mala iluminación resta encanto al lugar y cuesta distinguir lo que hay en la mesa, el producto es bueno pero no lo suficiente como para justificar cuentas bastante elevadas, el servicio es aún bastante atolondrado, las copas de vino infames restan puntos a esa carta tan bien elaborada...

Pese a todo, debo decir que la velada fue bastante agradable, no sé si porque el lugar tiene algo especial o porque ya estaba en una nube gracias al ambiente global del hotel, así que diremos que es un lugar que merece al menos otra oportunidad, incluso mejor al mediodía si las temperaturas refrescan algo.

SEA CLUB - CAP ROCAT (Carretera de Cap Enderrocat s/n, Cala Blava-Mallorca).
Teléfono: 971 74 78 78
Precio: 55-65 euros sin bebidas.

jueves, 26 de agosto de 2010

La cata del mes, por David Expósito

El vasco David Expósito se ha convertido en uno de los mejores sumilleres de Barcelona gracias a su trabajo diario en la Enoteca, el premiado restaurante alojado en el exclusivo Hotel Arts, y por eso le hemos pedido que tenga la amabilidad de recomendarnos algunos de sus vinos preferidos en este momento:

Drappier Grande Sendrée 1999
Elaborado con los viñedos mas antiguos (70 años) de las parcelas más cotizadas y sólo en las mejores cosechas, cuando los niveles de azúcar, acidez y frutosidad lo permiten.La cuvée Grande Sendrée nos sorprende por su potencia, complejidad, cremosidad y elegancia, además de por ser accesible económicamente. Un valor seguro.


Thousand Milks 2008

Vino producido por el joven y prometedor enólogo David Sampedro. Viñedo que heredó de sus abuelos y que cuida con esmero regido por la biodinámica con total respeto al medio… y al producto. Es el vino de las mil variedades, como su nombre indica, y el blanco que mas gratamente me ha sorprendido en los últimos años en nuestro país.
ACUSP 2008
Raül Bobet trata de contrarrestar el cambio climático haciendo este vino en el Pirineo Ilerdense a mil metros de altitud. Busca así vinos con buena acidez y frescor, características que echamos en falta en muchas de nuestras etiquetas. Con este cien por cien Pinot Noir de carácter muy continental, atlántico y burguiñón ha conseguido alcanzar la cima de los Pinots de este país. Sin ninguna duda pertenece a ese minúsculo grupo de vinos que darán que hablar.


lunes, 23 de agosto de 2010

Sensaciones agridulces en la Costa Brava (y II): Cal Sagristà

Si os comentaba el otro día que la visita a Els Pescadors no había sido todo lo satisfactoria que debía, ahora debo hablaros de otro lugar que me dejó sensaciones mucho mejores. Se trata de Cal Sagristà, coqueto restaurante de cocina casera y ambiente familiar enclavado en el precioso municipio de Perelada.

Con una carta variada que se complementa con apetitosas sugerencias del día (que están tarifadas, no como en Els Pescadors), puede que sea el restaurante más popular de la zona si nos atenemos a la dificultad para encontrar mesa en él, y la verdad es que las razones son sencillas de entender. Cocina apegada a la tierra sensata y con algún toque creativo, servicio familiar cercano y eficiente, enclave discreto pero acogedor al que se le añade una preciosa terraza en verano... Y encima las facturas son más que razonables. De lo que tomamos, a destacar las refrescantes sopas de tomate o sandía, la ensalada de langostinos con pesto y un espectacular risotto de ceps con careta de cerdo, de lo mejor que he tomado en mucho tiempo. La comida, además, culmina con un carro de tartas caseras alucinante que enseña la matriarca de la familia (responsable de su realización también), una tentación ante la que es muy difícil resistirse y que de hecho nos llevó a probar hasta 6 ó 7 variedades distintas. A mejorar, eso sí, la carta de vinos.

Para rematar la velada, y como os comentaba antes, nada mejor que dar un paseo nocturno por el pueblo y acercarse a su famoso castillo para recorrer sus alrededores o tomarse una copa en alguna de las –escasas, eso sí– terrazas cercanas o incluso en el lounge instalado junto al propio castillo.

CAL SAGRISTÀ (C/ Rodona 2, Perelada-Girona).
Teléfono: 972 53 83 01
Precio: 30-35 euros sin bebidas.

viernes, 20 de agosto de 2010

Sensaciones agridulces en la Costa Brava (I): Els Pescadors

Uno de los sitios donde he recalado este verano ha sido la zona de Girona más cercana a Francia, en concreto el pueblo de Espolla. Desde ahí pude acercarme a la capital para deleitarme con una comida prácticamente insuperable en El Celler de Can Roca que ya os contaré, pero también para conocer un par de lugares bastante interesantes –al menos a priori– en una zona con una cultura gastronómica realmente potente.

El primero de ellos, en la bonita localidad de Llança, fue Els Pescadors (foto de arriba). Allí se encuentra también el restaurante Miramar de Paco Pérez (estrella Michelin incluida), pero al haber estado hace poco en su Enoteca del Hotel Arts quise probar la otra gran referencia del lugar. Y creo que me equivoque. Las buenas vistas al puerto y una temperatura perfecta presagiaban una gran comida, pero no pudo ser debido a un sinfín de detalles muy mejorables que acabaron estropeando la velada pese al más que correcto tono general de lo que había en el plato. Así, los entrantes (cigalitas, mejillones al vapor y anchoas de L'Escala) rozaron a un buen nivel, especialmente las anchoas. Por su parte los segundos no le fueron a la zaga con un bacalao al pil-pil con espuma de patata espectacular (foto de abajo), un correcto gallo de San Pedro y unos sonsos –pescaditos rebozados tipo chanquetes– que incitaban a comerlos sin parar. Los postres, por contra, flojitos, flojitos...

¿Qué problemas hubo entonces para que hable de una experiencia agridulce? Pan cobrado a 3,50 euros (+ iva, claro) que era de los pequeñitos que compras ya cocido y recalientas en el horno, como en los menús del día de andar por casa; un pecado teniendo en cuenta los panes que pudimos probar en otros lugares de la zona. Carta de vinos con un montón de vinos acabados, precios más altos que en El Celler (lo juro) y servicio del vino inexistente. Traer las anchoas y que sean 3 para 4 comensales, para después no poner buena cara –ni pan tumaca– para el comensal que tuvo que esperar a que le trajeran otra. Dejar claro que no quieres nada con helado de postre y que te dejen pedir un sorbete que en realidad es un helado (¿problemas lingüísticos?). Cobrar cualquier pescado fuera de la carta con un 50-70% de sobreprecio sobre el más caro de los marcados... y sin avisarlo antes, claro; qué diferencia en este aspecto con otros lugares que he visitado este verano como Zaranda o D'Berto. Qué manera de estropear algo que podía haber estado muy bien, pero es el peligro de los sitios que llenan casi sin trabajárselo desde hace años –por lo que me dice gente de la zona– y donde se nota que ya no se hace ningún esfuerzo por mejorar.

ELS PESCADORS (C/ Castellar 41, Llança-Girona).
Teléfono: 972 38 01 25
Precio: 50-60 euros sin bebidas.

lunes, 16 de agosto de 2010

Terrazas madrileñas (y III): Zona de La Moraleja

Ya estamos de regreso de las vacaciones (aunque alguna escapada queda pendiente), con el consiguiente bajón. Para intentar solucionarlo, nada mejor que realizar visitas ocasionales a una de las zonas que mejor densidad de buenas terrazas tiene por metro cuadrado: La Moraleja. Vale, sé que a muchos os sonará a pijo, elitista y caro, pero hay que reconocer que allí podemos encontrar bastantes opciones de calidad, con buen ambiente y a un precio mucho más módico de lo que se podría pensar, así que dejar atrás los prejuicios si es que los teníais.

El lugar más concurrido y popular de la zona es La Plaza de la Moraleja. Allí se alternan sitios con aspiraciones elevadas –por encima de los resultados– como Aspen y Enrich, un asiático más que correcto como Hakkasan o ejemplos perfectos de esa moda de los gastrobares como La Barra del Cacique o El Atelier de Enrich (que comparten ubicación con sus casas madre). Entre todos, yo me decanto por la solidez de La Máquina de la Moraleja y el indudable encanto de La Lumbre del Cacique (foto de arriba). Como del primero ya he hablado alguna vez, hablemos del segundo, con una de las terrazas más agradables de Madrid. Decoración sencilla pero elegante, ambiente tranquilo y un servicio atento ayudan a disfrutar de una comida tradicional de mercado sin grandes misterios pero bien elaborada casi siempre –destacan las preparaciones a la brasa, desde el agradable pulpo a una mollejas perfectas– y que puede ser regada con una carta de vinos interesante y a precios ajustados. Además, como en años anteriores, tienen una oferta inmejorable para descubrirla las noches de lunes a jueves: un menú de 25 euros que da derecho a elegir tres medias raciones de las que están marcadas en su carta (hay bastantes opciones) y un postre. Magnífica relación calidad-precio, os lo aseguro.

Fuera de La Plaza de la Moraleja, hay varias opciones más de diverso interés (El Chalet Suizo, por ejemplo, es un clásico para los amantes de la fondue), pero quiero destacar la última novedad, La Prima de Araceli (foto de abajo). Esta última puesta de uno de los grandes clásicos de la restauración madrileña me ha convencido más de lo que esperaba. Y es que, aunque con un punto de calidad por debajo de los anteriormente mencionados, sus tapas, raciones, cazuelas y demás son generosas y están pensadas de forma inteligente para ser compartidas, lo que lo convierte en un lugar ideal para ir con amigos sin complicarse demasiado la vida. Decoración más moderna de lo habitual pero discreta, pulverizadores de agua para refrescar y un servicio algo atolondrado pero con muy buena disposición completan un panorama del que sólo me falta por probar su barra de gin-tonics (esto empieza a ser una plaga). Por cierto, si al final os animáis, os recomiendo por ejemplo las albóndigas de rape o los chipirones en su tinta.

miércoles, 11 de agosto de 2010

Remírez de Ganuza: Otro 100 puntos Parker

Puede que unos cuantos ya lo hayáis leído, pero por si acaso vamos a comentar la concesion por parte de la revista Wine Advocate y su director Robert Parker (aunque tal vez debiéramos referirnos a su segundo de a bordo, Jay Miller) de un nuevo 100 puntos español en su guía: Remírez de Ganuza Gran Reserva 2004.

Los vinos elaborados por Fernando Remírez de Ganuza –quien lleva más de 30 años trabajando las viñas riojanas– han sido siempre muy bien valorados por Parker, quien otorga 98 puntos además a su etiqueta Trasnocho 2001 y 2004 (el único que he podido probar, un gran vino) o 97 a los Reservas de las mismas añadas de Remírez de Ganuza. Una forma de premiar su apuesta por largas crianzas en barrica nueva. De hecho, su apuesta por la evolución de este nuevo 100 puntos es tal que recomienda su consumo en la ventana que va de 2016 a 2039...

Y hablando de eso, los otros dos afortunados con la máxima calificación son dos clásicos como Pingus 2004 y El Pisón de Viña Artadi 2004. De este último, Miller se arriesga a decir que su consumo óptimo será en "de 30 a 40 años". ¿Vosotros podríais aguantar tanto para abrirlo? Yo lo dudo, la verdad. En todo caso, felicidades a las tres bodegas premiadas, porque Parker no será Dios, pero a nivel comercial su empuje les va a venir de perlas.

martes, 3 de agosto de 2010

Lecturas de verano

Un pequeño descanso entre homenajes gastronómicos y visitas a la playa para comentaros un libro que acabo de terminar de leer: Confesiones de un camarero, de Steve Dublanica (Ediciones DeBols!illo). Se trata de un divertido libro en el que el escritor, camarero en un restaurante italiano de cierto nivel en Manhattan durante años, narra anécdotas, pensamientos y datos poco conocidos sobre su profesión.

El tal Dublanica –que afortundamente reconoce no ser ningún santo– se hizo famoso por realizar un blog anónimo con esta temática que comenzó en abril de 2004 y pronto se hizo famoso en la Red, hasta el punto de que le cayó la oferta para convertirlo en libro (el blog se llama Waiter Rant y lo podéis encontrar aquí). En Confesiones de camarero, Dublanica expone con gracia en unas ocasiones y dramatismo en otras la difícil convivencia entre el personal de sala y el de cocina, los diferentes tipos de clientes que se encuentra, qué ocurre si debe atender a un famoso o cómo los horarios laborales alteran su percepción de la realidad cotidiana. Todo ello, ojo, desde un punto de vista muy americano (por ejemplo en el tema de las propinas), por lo que no es trasladable al 100% al ámbito español. Aún así, no dudéis en haceros con él... ¡si tenéis estómago para asumir todo lo que cuenta!