Como muchos sabréis, Santi Santamaría acaba de fallecer de un ataque al corazón en Singapur. Como puede que no sepáis, en ese momento se encontraban junto a él un grupito de periodistas españoles entre los que me encontraba. Pocas veces me he sentido tan impotente y superado como hoy, sobre todo porque además las circunstancias han provocado un caos que nos mantuvo en vilo bastante tiempo hasta conocer el terrible desenlace.
El motivo de nuestra visita en tierras tan lejanas era probar algunos platitos de su restaurante Santi dentro de un tour por los locales de mayor nivel culinario del lujoso resort Marina Bay Sands en la floreciente ciudad-estado asiática. Podéis leer la crónica de lo sucedido de dos ilustres compañeros de viaje y desgracia aquí (Juanma Bellver) y aquí (Carlos Maribona), así que tampoco os aburriré mucho más allá de lamentar una perdida devastadora, especialmente para su familia (acababa de ser abuelo) y equipo.
Pese a que –como dejé constancia en el actual número de Esquire– nuestra última entrevista no acabó muy bien, o a que no acababa de comulgar con muchas de sus opiniones, no puedo dejar de alabar el trabajo en la cocina de Santi. Y ahí están esos seis locales de lujo que acumulan siete estrellas Michelin para demostrarlo. Además, que carajo, hay que reconocer que logró triunfar sin dejar nunca de decir y hacer lo que le apetecía, algo a reconocer en estos tiempos de corrección política.
Como homenaje, aquí os dejó el último menú de un grande, uno sencillo pero de notable nivel que degustamos justo antes de que muriera como los mitos, en su cocina y con la chaquetilla puesta: Gazpacho (sin más), ostra escabechada (un clásico, riquísima), pinchos morunos (sin misterio pero impecables), pulpo al romescu con pimentón (correcto), jamón ibérico con pan tumaca (qué placer ver cortarlo en pleno Singapur) y una tabla de quesos españoles (extraordinaria). Y todo ello regado con los vinos que llevaban su firma. Genio y figura... (por Rodrigo Varona).
PD: Acabamos de reunirnos (8:30 de la mañana del jueves en España) con Regina, la hija de Santi Santamaría al cargo de su restaurante en Singapur. Estoy impactado por su entereza y la decisión que ha mostrado al comentarnos su intención de seguir con los negocios de su padre. "Creía en mí y tengo la misma edad que él cuando empezó (25 años); no seguir sería injusto con su trabajo de todos estos años", han sido sus palabras. Desde luego, carácter y tesón para ello no le van a faltar.